EN TIERRAS BÍBLICAS (08/07/2022)
Nuestro próximo destino es Saliurfa, otra de esas mega-ciudades turcas en medio de la nada, pero esta tiene una historia que bien merece una parada e indagar sobre ella.
El mejor lugar donde poder dejar La Española en esta gran urbe, es un parking junto al museo de historia de la ciudad, donde un gigantesco edificio modernista nos recibe a la entrada de una gran explanada donde somos los únicos huéspedes.
Son las cinco de la tarde, pero las temperaturas no bajan de los 40ºC, y nuestras fuerzas para explorar la ciudad pocas.
Una de las atracciones del lugar es su bazar, pero teniendo en cuenta nuestro cansancio debido a los calores, hemos pensado explorarlo mañana. El vigilante del aparcamiento, se ha acercado ya dos veces a decirnos que vayamos hoy a visitarlo, pero no entendemos muy bien por qué, parece que hay una fiesta en los próximos días, y tal empeño le está poniendo, que con una desgana tremenda nos armamos de valor y de agua caliente, porque nuestro frigo lleva dos días que no consigue enfriar, y ponemos rumbo al bazar.
De camino, preguntamos pero nadie sabe dónde está, esto sí que es raro teniendo en cuenta que suele ser un lugar muy concurrido por la gente local. Tal vez no estemos pronunciando bien la palabra “bazar”, o tal vez aquí tenga otro nombre. La cuestión es que nos mandan a un centro comercial.
Finalmente y a punto de dar media vuelta, un chico parece entender dónde queremos ir y nos acompaña, mientras en un casi incomprensible inglés nos cuenta su vida. A mí me está poniendo negra, pero le perdono por llevarnos a nuestro destino.
Dergan Çarsisina como llaman aquí a este entramado de callejuelas, desde el primer momento nos engancha a explorar cada rincón poblado con cientos de puestos de especias, artesanías, y todo tipo de artículos que uno pueda imaginarse. A esta hora del día está en pleno apogeo y es aquí donde se respira la vida de la ciudad, su aromas, sus olores que brotan de las panaderías, de los puestos de kebabs y de las teterías donde hacen una parada los que por aquí pasan. Está organizado por gremios, por lo que los herreros se encuentran en una calle, los que tallan madera en otra, los costureros en otra y cuando queremos darnos cuenta se nos ha echado la noche encima y francamente estamos derrotados, por lo que decidimos volver a nuestro cobijo.
Los calores no nos dejan pegar ojo, con lo que la noche se hace pesada.
Por la mañana, amanece Jose y se prepara un café, mientras lo está tomando me dice:
- Darling, estoy muy mareado.
Salto de cama y me dirijo hacia él. Está sentado en el butacón con el semblante más pálido que una vela. Ya dentro de La Española no se puede estar, con lo que le propongo salir fuera a un parque que está a unos cien metros, pero me dice que no puede andar. ¡Vaya por Dios!, o por “Allah”.
Le pongo un trapo mojado en el cuello que parece aliviarle un poco y consigo sacarlo de la casa que ya ha alcanzado temperaturas considerables.
Por suerte, están regando el césped y una ligera lluvia de los aspersores nos refresca un poco, pero Jose sigue en estado kao.
Ahora son las nueve de la mañana, pero esto va a ir de mal en peor, está claro que aquí no nos podemos quedar, pero ¿cómo saco yo La Española de esta ciudad tan caótica?
Intento pensar en una solución mientras voy a coger unas frutas para hidratarnos, y como un espejismo difuminado por el calor que desprende el asfalto, se muestra delante de mí: un Hotel Hilton 5 estrellas. Curiosamente no lo había visto antes, obviamente porque nunca me fijo en ese tipo de edificios, pero ahora, todos mis sentidos se han dirigido hacia él.
Vuelvo con unas frutas y un poco de agua y me dejo a Jose a la sombra. Yo me acerco a este hotelazo de lujo que desborda de objetos dorados con un toque modernista barroco.
- Buenos días –saludo a los chicos de recepción.
- Buenos día –me contestan.
- ¿Me pueden decir el pecio de la habitación más barata que tengan? –les pregunto.
Cierto que estar en el hotel más lujoso de la ciudad y pedir la habitación más económica tiene poco glamour, pero esto es una situación de emergencia y tampoco queremos dejarnos aquí el presupuesto de un mes.
- 600 liras turcas –me responden.
- ¿Cómo? ¿Cuánto es eso en euros?
- Puesssss –toman la calculadora y se ponen a hacer cuentas.
- 198 € -me responden.
¡Qué barbaridad!, esto es el presupuesto para una semana, pero vamos que si hay que invertirlo en salud, se invierte.
Cuando vuelvo, y le cuento a Jose, me da su negativa rotunda con la excusa de que ya se encuentra mejor, pero su cara me dice lo contrario. Cojo el teléfono y lo que hago es hacer una búsqueda de hoteles cerca de donde estamos. Encontramos uno por 40€ con piscina, aire acondicionado, wifi y bufé libre, toda una ganga.
Nos hacemos un par de mochilas y nos vamos al que será nuestro refugio, el Hotel Harrán.
A nuestra llegada nos atiende una chica muy amable detrás de un mostrador de madera que forma parte de una recepción que parece sacada de una película de los años veinte.
Un botones vestido de uniforme, espera a recibir la llave para cargar nuestras mochilas y conducirnos a nuestra suit, al menos es lo que nos parece cuando la vemos, acostumbrados al tamaño de La Española, esto es un apartamento de lujo.
Ya veo a Jose de otro color, tal vez el hecho de saber que tenemos un cobijo climatizado, le ha hecho recuperar las fuerzas. Nos tumbamos un buen rato en la cama a descansar y luego nos damos un chapuzón en la piscina que por cierto, está poco frecuentada y la disfrutamos nosotros solos.
Después de una buena comida y una siesta, Jose está completamente recuperado y me propone salir a dar una vuelta.
Preguntamos en recepción por la supuesta fiesta, pero la chica que nos atendió anteriormente, parece no entender ni papa de lo que le decimos, ¡qué raro! Es como si hubiera aprendido de memoria las frases típicas y cuando nos hemos salido del diálogo habitual, se ha quedado en blanco.
Saliurfa es cuna de uno de los personajes bíblicos más importantes, el mismísimo Abraham, que si bien es cierto aunque no hay evidencia arqueológica de un Abraham histórico, las tres religiones por excelencia se lo han atribuido como “su progenitor”.
En la tradición judía, Abraham se llama Avraham "nuestro padre Abraham", lo que significa que es el padre del judaísmo y el primer judío. En el cristianismo, fue el progenitor espiritual de todos los creyentes judíos o no judíos, y en el islam es visto como un eslabón en la cadena de profetas que comienza con Adán y culmina en Mahoma.
Tomamos calle abajo y a nuestro paso observamos los edificios, mezquitas y el ambiente que nos trasladan a una ciudad de Oriente Medio. Nos dirigimos a Balıklı göl, un estanque sagrado que los musulmanes creen que es el lugar donde Abraham fue arrojado al fuego por el rey Nimrod.
Las leyendas dicen que Abraham, que nació y se crió aquí, fue también el gran enemigo del rey Nimrod, ya que él fue el que declaró la guerra a la idolatría durante su tiempo. Pero como cualquier otra leyenda, lo más importante es que Abraham ganó el corazón de la hija del rey, Zeliha. Nimrod sentenció a Abraham a muerte instantáneamente, como cualquier otro rey furioso haría y ordenó construir una gran hoguera para quemarlo vivo. Se rumorea que cuando fue arrojado al fuego, las llamas se convirtieron en agua y los troncos en llamas se convirtieron en peces. Aún hoy en día, tanto el estanque como los peces que lo habitan, se consideran sagrados; también se dice que cualquiera que se los coma quedará ciego. Pero por el contrario que si ves un pez blanco, la puerta del cielo se abrirá para ti.
La zona del estanque está a rebosar de gente, familias con sus niños, parejitas, pero sobre todo chicos adolescentes dando de comer a las carpas unas bolitas que han comprado en unas pequeñas casetas de madera, donde un señor se encarga de preparar pequeños paquetitos de comida de pez que distribuye de un saco gigante.
Jose y yo intentamos buscar entre toda esta muchedumbre un huequecito donde poder sacarnos también una foto. Colocamos el trípode delante de nosotros, lo que crea una gran expectación entre todos estos muchachos, que con aire irónico imitan nuestras poses fotográficas.
Uno de ellos, el que parece menos vergonzoso, se acerca a pedirme una foto, y cómo no, disparo, sin saber la que se me viene encima. Cuando los amigos ven la foto, quieren la suya también, y sin darme cuenta, me veo rodeada por más de veinte chavales esperando la su turno. Mientras, Jose se encarga de tomar nota de los e-mails e instagrams de los muchachos para enviarles el reportaje, ¡La que hemos liado!
Una vez que ya hemos inmortalizado a toda la cuadrilla, damos un paseo por el estanque y por los alrededores de la mezquita Halil-ur-Rahman. En lo alto, divisamos la colina desde donde según la leyenda se lanzó el profeta y donde ahora hay un par de columnas iluminadas. Por más que miramos al agua, no vemos ningún pez blanco, parece que por el momento no tenemos ganado el cielo, ¡¿qué le vamos a hacer?!
Muy cerca de este lugar se encuentra la cueva donde nació Abraham y donde se mantuvo escondido para evitar su asesinato a manos del rey que años más tarde volvió a condenarlo. Nimrod tuvo un sueño que presagiaba el nacimiento de un niño que le arrebataría su trono, por lo que durante años, ordenó matar a todos los niños que nacían.
Junto a la mezquita Mevlidi Halil Cami, y cavada en la roca, hay una puerta que se bifurca en dos entradas; la de hombres y la de mujeres. Ya separados continuamos por un pasillo muy estrecho y para poder acceder al siguiente recinto, debemos agacharnos. Decenas de mujeres rezan arrodilladas en esta cueva de pocos metros cuadrados y mientras sus niños revolotean con un griterío tremendo, yo observo la devoción de estas gentes.
A la salida damos un paseo por el patio de la mezquita que se ve espectacular iluminada y con los acantilados que rodean a la ciudad a su espalda.
- Darling, tengo hambre –me dice Jose con cara de devorase una vaca.
- Pues venga que te invito a cenar –le respondo.
Junto a esta mezquita hay un restaurante con vistas a todos estos magníficos monumentos donde degustamos platos típicos turcos, bajo unos aspersores que refrescan el ambiente todavía demasiado cálido a estas horas de la noche.
De vuelta al hotel, atravesamos el bazar y todos los puestos están cerrados, efectivamente el guarda llevaba razón, pero todavía no hemos averiguado a qué se debe y cuál es esa fiesta de la que no conseguimos averiguar nada.
De vuelta al hotel, le propongo a Jose quedarnos un día más, pero me dice que ya está recuperado y que prefiere que sigamos ruta. Estoy de acuerdo, no debemos acostumbrarnos a tanto lujo.
Por la mañana, después de un buen baño y un desayuno copioso a base de queso, huevos, hojaldres, y embutidos de pavo, vamos a recoger a La Española.
Al paso por una callejuela, nos encontramos la siguiente escena: unos chavales, llevan a un cordero arrastrado por una soga y a empujones, puesto que este se resiste a llegar a su destino, tal vez haya intuido cuál es, y no quiere alcanzarlo. Entre los cuatro consiguen llevarlo a la puerta de un garaje donde un hombre sentado les espera. En ese momento, se ponen todos a rezar, y uno de ellos coloca el cuello del animal en el borde de la acera donde sin ninguna dilación, le pega un tajo y la sangre comienza a correr calle abajo. Yo no doy crédito de lo que estoy viendo y el señor a todo esto, nos invita a tomar el té. Sintiéndolo mucho rechazo amablemente la invitación, pero no creo que sea capaz de tomarme el té en tal sangriento escenario, donde otro de los chavales, con un mocho intenta recoger la sangre que acaba capoteada sobre sus pies.
Nos retiramos dando las gracias y recuperamos nuestra casa que ya a estas horas del día está casi en estado de ebullición.
Al paso por una de las calles principales de la ciudad y junto a un parque, vemos lo que parece un mercado ambulante de animales.
- ¡Jose paraaaaa!, vamos a ver que hay –le digo.
Aparcamos y vamos a ver este mercado que nos ofrece una visión de la fiesta de la que nos estaban hablando, y que explica la escena que acabamos de presenciar con los chavales.
Hay instalados decenas de puestos de venta de corderos, donde las familias se acercan a negociarlos y acto seguido realizan el sacrificio del animal. Posteriormente, les arrancan la piel, después de hinchar al animal con una bomba de aire para después hacerlo pedazos listos para cocinar.
La Fiesta del Cordero que podría traducirse como Celebración del Sacrificio, es la festividad mayor de los musulmanes. También llamada Aid al-Kebir , esta fiesta conmemora el pasaje recogido tanto en la Bíblia como en el Corán, en el que se muestra la voluntad de Abraham de sacrificar a su hijo Ismael como un acto de obediencia a Dios, antes de que éste interviniera para proporcionarle un cordero para sacrificarlo en lugar de a su hijo.
Vísceras esparcidas por el suelo sangriento por el derramamiento de sangre de los corderos sacrificados, niñas jugando con las tripas y los niños con cuchillos y de cuando en cuando un cuello de cordero abierto. ¡Menudo escenario!
Y claro cómo me han visto con la cámara todos quieren su foto, los comerciantes de corderos, los que están degollando y los que están sacando tripas, madre mía ahora soy yo la que estoy a punto de desmayarme.
Dejamos este escenario festivo, que sobrepasa nuestras expectativas de ver lo que es una tradición en estas tierras, y conducimos unos treinta kilómetros en dirección a la frontera con Siria.
“Y tomó Taré a Abraham, su hijo, y a Lot, hijo de Harán, hijo de su hijo y a Sarai,
su nuera, mujer de Abraham, su hijo y salió con ellos de Ur de los calderos,
para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harran y se quedaron allí “
Geneis 11:31
Esto es lo que cuenta la Biblia del residente más famoso de Harran, que se estableció en este lugar en el 1900 a.C.
Harran es uno de los puntos de la tierra habitados desde los tiempos más remotos; además, sus murallas en ruinas, la fortaleza destartalada y sus casas en colmena, le confieren un aspecto de profunda antigüedad. Fue una de las primeras poblaciones de Mesopotamia fundándose en el año 6200 a.C.
Además de ser el lugar de residencia del profeta Abraham, fue un centro famoso de culto a Sin, dios de la luna. El culto al sol, a la luna y los planetas, era un hábito muy popular en Harrán desde el siglo 800 a.C. al 820 d.C. Aunque el emperador Bizantino Teodosio se encargó de destruir el templo de culto a estos dioses . Llegó a tener una población de más de 10.000 habitantes ya hasta el mismísimo Gengiskan ocupó esta tierras.
Los más curioso de este desértico poblado rodeado de inmensos campos de algodón, son sus casas colmena, una arquitectura bastante peculiar a base de adobe y que según los vecinos son cálidas en invierno y frescas en verano. Actualmente las han convertido en teterías que también hacen las veces de museo como reclamo de turistas, aunque hemos observado que muchas familias las utilizan para encerrar ganado, que es otra de las actividades principales.
En cuanto entramos al pueblo, somos la atracción de los niños que desde lo alto de las tapias nos saludan y nos echan una sonrisa.
En la segunda calle que cruzamos, nos aborda un chico en una moto, con la tez muy morena, barba y ojos brillantes.
- ¡Hola amigos soy Yosuff! –nos dice.
- Hola –le respondemos.
- ¿De dónde vienen?
- De España.
- ¡España, amigos! Seguidme, os llevo a la casa de la cultura para dejar el coche, ya que yo soy el director.
Lo cierto es que no tiene mucha pinta de director, y también que nuestro plan es buscar un restaurante donde comer algo y a ser posible con aire acondicionado, donde además poder refugiarnos por unas horas de este calor sofocante.
Intentamos darle esquinazo disimuladamente y metiéndonos por otra calle, pero enseguida se da cuenta de la jugada y vemos la moto con ese halo de polvo de nuevo dirigirse a nosotros. El colega vuelve a insistir hasta que a Jose se le hinchan las narices. Su tocayo, capta enseguida la tensión y desaparece.
Pero enseguida aparece un coche con otros dos que nos cuentan la misma historia. Muchos directores culturales hay aquí, con lo que los mandamos a paseo rápidamente.
Las opciones de donde tomar un bocado son pocas: un chiringuito con unas carpas junto a unas casas de adobe, donde tiene pinta de hacer un calor tremendo, y otro edificio bastante moderno que parece una casa de la cultura de verdad, donde además de sombra, vemos que tiene aspersores regando el césped que han plantado alrededor.
Aparcamos junto a este último y les pregunto si tienen algo de comer.
Una chica con una cara preciosa y conjuntada con pañuelo y túnica en tonos rosas y violetas, me conduce a una cocina industrial donde aparece un chico vestido de blanco poco impoluto. Me indica que es el chef y comienzan a duo a abrir unas cacerolas tremendas para mostrarnos lo que hay en ellas. En la primera una sopa, que tiene muy buena pinta, pero que con cuarenta y pico grados, no es muy apetecible, otra con arroz y unos fideos y la tercera con algo que parecen berenjenas rellenas.
Tal vez no nos han visto convencidos y nos llevan a otra sala de la cocina donde tienen cámaras frigoríficas y sacan todo tipo de fritangas turcas. Nos miramos Jose y yo y por unanimidad, elegimos las berenjenas con arroz como acompañamiento.
Nos conducen a una sala acristalada con aire acondicionado, sillones cómodos y con vistas, esto parece el paraíso.
En cuestión de minutos, aparece un muchacho enorme con una panza prominente y con cara de bobo para darnos la vara. ¿Y este qué quiere? A trancas y barrancas en un inglés incomprensible, logramos descifrar que quiere ser nuestro guía. Le explicamos que no queremos guía, que lo que queremos es comer tranquilos, pero o se hace el sordo, o más bien no entiende ni papa de lo que le estamos diciendo. Pero en este caso por desgracia, los turcos que nunca se dan por vencidos, saca el teléfono y teclea las palabras mágicas “Traductor Google”
- Luego hablamos, que lo que queremos ahora, es comer –le dice Jose.
Pero como quien oye llover sigue y sigue, y lo que más nos sorprende es si no habla ni papa de inglés, ¿cómo pretende hacernos la visita guiada, con el traductor?
Por suerte llega nuestra comida. Un joven con un flequillo que le cubre uno de los ojos, vaqueros ajustados, chanclas y delantal blanco lleno de lamparones se acerca con nuestros platos.
- ¿Para beber? –nos pegunta.
- Agua –decimos los dos a coro.
Y si pensamos que vamos a comer tranquilos, la llevamos clara. Se nos plantan los dos delante y con el traductor, siguen dando la vara, resulta que el del flequi, también quiere hacer de guía. Jose se arma de paciencia y les sigue la corriente, y yo no puedo para de reír de ver la situación, jajaja.
En breve aparece el chef, que le echa la bronca al del flequillo y con una servilleta nos limpia el agua que se ha derramado en la mesa. Decide quedarse de conversación con el grupo y nos cuenta que es Sirio, pero viviendo en Turquía mucho años.
Entonces Jose se pronuncia:
- Queremos que nuestro guía sea Ibrahim ¿le conocéis?
Jose había leído en una aplicación de viajeros que ese muchacho era muy buen guía y si pasábamos por aquí, debíamos preguntar por él.
Está claro que el más espabilado de los que hay aquí es Yosuff, que en seguida contesta que es su hermano.
- ¿En serio? –le preguntamos.
Hace una llamada y nos pasa con él. Se encuentra fuera del poblado haciendo de guía y no está seguro a qué hora estará aquí mañana. Finalmente conseguimos quedar a las 8.30h, pero no nos quiere decir el precio de la excursión, esto ya no me gusta nada.
Decidimos cerrar trato con Ibrahim para quedar con su hermano y los otros dos por señas y a escondidas de este me dicen que no gesticulando. Pero no nos queda otra, ya que es el único que habla inglés de toda la trupe y del que tenemos una recomendación.
Una vez que se retira Yosuff los otros dos molestos por no haber conseguido su propósito se empeñan a través del traductor en trasmitirnos su despecho : “ te va a robar las cebollas” “no bueno joven”.
El del flequillo, en vista de su derrota nos trae la cuenta y nos dice que se va a cerrar la zona climatizada.
- 200 TL –nos pide.
- ¿Cómo? – le decimos.
Hemos estado pagando en restaurantes por varios platos 160 -180 TL y aquí por un plato de arroz con un par de berenjenas nos quieren sacar una pasta, pero no se van a salir con la suya.
Nosotros somos los típicos que si no estuviésemos inmersos en esta gran aventura, nos dejaríamos timar un poco, y de hecho, alguna vez lo hacemos, pero en este caso, nos parece abusivo y no estamos por la labor, con lo que decido por fin formar parte de la conversación para decirle al del flequillo que no.
Al ver nuestras caras y mi rotunda negación, en seguida coge el móvil y marca 150 TL. ¿Pero será cara dura? Todavía sé que está por encima y le ofrezco 120, pero entonces se mosquea y se larga. Cuando vuelve, lleva la llave para cerrar y nos da el ultimátum de que son 150 más su propina. Le pagamos y nos largamos cuanto antes.
Después de aparcar en la casa de la cultura, que en realidad es uno de estos complejos de casas colmena, salimos a dar una vuelta. Está cayendo el sol y las edificaciones de color tierra tornan en unos rojizos espectaculares. Las calles polvorientas y con ligero aroma a estiércol se llenan de niños jugueteando y todos nos piden “money” o sea dinero. ¿Pero será posible? Enseguida se dan cuenta que nosotros money no damos, con lo que ahora lo que quieren es salir en nuestras fotos y venir con nosotros a dar ese paseo, donde nos encontramos con muchachas que llevan en la cabeza bandejas con trozos de cordero, y que se dirigen a sus casas a preparar la cena.
Ascendemos una de las colinas donde los últimos rayos de sol iluminan las ruinas de lo que fue una de las ciudades más antiguas de todos los tiempos y las mujeres con sus niños, juguetean con entre estas piedras milenarias.
Cuando el sol comienza a ocultarse, descendemos y nos apeamos en uno de estos complejos de casas colmena, donde hay unas vistas espectaculares de las siluetas del minarete de la mezquita y de la muralla.
De noche el paisaje torna tan oscuro, que no somos capaces de identificar las calles por las que pasamos anteriormente y las siluetas de estas casas son todas exactamente iguales con lo que no es evidente el regresar a La Española.
El sol se despierta temprano en estas tierras y yo con él. Quiero hacer unas fotos con la luz del amanecer pero estoy tan embelesada con la escena, que acabo metida en un charco lleno de barro y mierda de camello, ¡noooo!
Después de limpiarme el fango que me llega hasta el tobillo, despierto a Jose para desayunar, porque el guía estará al caer.
Una señora se acerca, y le doy los buenos días, ella se limita a pedirnos dinero, ¡no me lo puedo creer!
Oímos una voz, es la de Yosuff, que ya ha llegado.
- Buenos días chicos –nos dice.
- Buenos días.
Insiste en que él puede ser nuestro guía y será mucho más económico que Ibrahim. Pero esto es traicionar a su hermano, o tal vez ni es su hermano ni le está traicionando, porque por aquí no ha aparecido.
Jose insiste en que nos hemos comprometido con su hermano y que haremos la visita con él, pero a mí todo esto ya empieza a olerme mal.
Después de media hora, aparece un tipo vestido al más puro estilo occidental con vaqueros y camiseta ajustada, gafas de sol y bien perfumado.
- Buenos días soy Ibrahim.
- Buenos dias –respondemos.
- ¿Qué queréis visitar?
- Pues Harrán y conocer bien la historia de este lugar.
- Son 50€ -nos dice y se queda tan pancho.
Eso es un dineral aquí en Turquía, el sueldo medio es de unos 300 € con lo que iba a hacer una buena jornada con nosotros, además, teníamos referencia de otros viajeros que hace un año habían pagado unos 15 €. ¡Pues sí y que hay inflación aquí en Harrán!
Le proponemos 20€, pero sigue negándose con el argumento de que es un guía autorizado y que ya nos está haciendo un descuento, que él puede ganar hasta 100€ con uno de los grupos que van a llegar en breve.
En ese momento aparece otro muchacho que dice ser también su hermano, ¡pues menuda familia!
- Podéis hacer la visita con Salim y pagarle 10 € , o incluso 6€ -nos dice Ibrahim.
Jose insiste en persuadir a Ibrahim, pero a mi este me ha tocado las narices: llega tarde, nos pide un dineral y además tiene unos aires de chulo que no lo soporto.
- Haremos la visita con tu hermano, seguro que lo hace tan bien como tú y no tiene un precio tan abusivo –les digo.
Ibrahim un tanto ofendido, decide desaparecer, Jose asiente mi decisión y Salim con una gran sonrisa agradece el veredicto.
Ya con un calor tremendo, nos dirigimos hacia las ruinas del antiguo Harrán, donde sólo un cinco por ciento han sido descubiertas y restauradas, el resto posiblemente permanezca enterrado por el resto de sus días.
Los antiguos pueblos que aquí vivian, tenían creencias en el sol y la luna, por lo que la gran torre que ahora es un minarete fue en su día, una torre astrológica que llegó a medir 70metros de altura, pero sus habitantes la destruyeron a lo largo del tiempo para poder hacer casas con las piedras de las que estaba construida, por lo que ha menguado aproximadamente cuarenta metros.
Aunque algo de información nos aporta, Salim, prefiere hablar de él, este muchacho rollizo y alegre de 26 años, que nos cuenta es que enfermero y que vive en la ciudad, está casado y tiene un hijo del que nos muestra una foto. Además está encantado de que hayamos contratado sus servicios, porque así tiene un dinerito extra.
Según nos cuenta, las casa colmena, fueron obra de pueblos iraquíes que habitaron esta zona. Y de repente ya damos media vuelta, pero si no ha pasado ni media hora.
Hacemos una parada en una casa que nos dice es de una tía suya. Atravesamos un portón y a una lado quedan un grupo de casas colmena, en el patio hay una cama tremenda pintada de azul donde una niña todavía está en los mejores sueños, los otros dos chiquillos ya han bajado de esta plataforma que les permite dormir frescos en verano y en cuanto nos ven nos acompañan a enseñarnos el interior de estas casas de adobe donde guardan el pienso para el ganado. La dueña, y supuesta tía, está en el porche de la casa sentada en el suelo y mondando habas.
En ese momento Salim nos mira y nos dice:
- ¿Sabéis por qué la cama es azul?
- Pues, la verdad es que no.
- Para ahuyentar a las serpientes.
Nos quedamos de piedra, y en ese momento nos mira con cara de satisfacción y nos dice que a él le gusta no sólo hablar de historia, sino de la vida del lugar. De lo cual ya nos habíamos dado cuenta porque historia sabe poca.
Al salir de la casa, uno de los niños, decide acompañarnos y va con la mano extendida todo el tiempo para que le demos dinero. Yo de vez en cuando, le hago una caricia en el pelo y me sonríe con cara de pillo.
- Bueno pues ya hemos terminado la visita –nos dice.
- ¿Pero cómo? Si no hemos visitado el castillo.
Otro de los lugares emblemáticos de este poblado es su fortaleza, y no podemos dejar de verla, por lo que insisto en que nos acerquemos.
El lugar está vallado por restauración. Desde fuera no comenta que constaba de ciento cincuenta habitaciones que se utilizaban para alojar a comerciantes de la ruta de la seda que pasaba por aquí, pero que sin duda el huésped más importante fue Abraham, que con su esposa, vivieron aquí durante quince años. Realidad o leyenda, se desconoce, pero sin duda por lo que parece atrae a muchos turistas.
Salim nos conduce a la Casa de la Cultura, donde en cierto modo nos vemos un poco obligados a tomar un té y donde después de pagarle los 10€, nos pide una propina.
- ¿En serio? –le digo -Pero si te hemos dado 10€ por poco más de media hora de recorrido.
- Ya, pero esto es para Ibrahim, yo quiero una propina –nos dice.
- Jajaja menuda panda.
A todo esto llega Yossuf, se sienta a nuestro lado y nos da las quejas por no haber hecho con él la excursión. ¡El que faltaba!
Está claro que los habitantes de Harrán quieren sacar partido del tesoro en bruto que tienen. Cierto es que no todos los días un pueblo queda plasmado en el libro más importante de la historia, “La Biblia” .
Después del té nos montamos en La Española, pisamos el acelerador y nos alejamos de aquí antes de que nos desplumen más.
- ¿Y en España hay Sirios? –nos pregunta.
A punto de responderle, aparece el que faltaba, Yosuff, que se sienta al lado de Jose y le runrunea algo al oído. Este, con más paciencia que el santo Job que por cierto también es originario de estas tierras, intenta manejar la situación de todos los que le quieren vender la excursión, porque todo hay que decirlo, de mi pasan olímpicamente. Menudo gallinero tienen aquí montado y todos intentando picotear algo.