LA VUELTA A LA CIVILIZACIÓN DESPUÉS DE LA AVENTURA AMERICANA

Para los que no nos conozcáis, somos Luisa Mª Y Jose Carlos, dos tobarreños de pura cepa. Aventureros, soñadores y trotamundos. En el año 2016 cuando residíamos en Bruselas, decidimos cumplir un sueño que nos había estado rondando durante muchos años: “Recorrer el continente americano desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

Sin demasiados preparativos nos lanzamos a la aventura, compramos unos billetes de avión destino a Los Ángeles, y aterrizamos en la gran urbe con la intención de comprar un vehículo donde poder recorrer este gran continente. Y sí lo conseguimos, el vehículo y la hazaña: fueron 15 países, 58.552 km y 580 días llenos de aventuras, de historias inolvidables, de culturas ancestrales, de una naturaleza espectacular y sobre todo de gentes acogedoras que nos hicieron descubrir lo maravilloso que es VIAJAR.

Fue un viaje magnífico donde conseguimos tocar la “Libertad”. Vivimos es una sociedad, muchas veces agobiados por la prisas, las responsabilidades, los compromisos, los trabajos, y es difícil salir de ahí. Con este viaje, descubrimos que hay otra manera de vivir y sentirse libre.

“La vuelta a la civilización después de la gran aventura”, fue principalmente para mí muy dura, a pesar del excelente recibimiento y acogida de nuestros familiares y amigos, el hecho de perder algo tan valioso como la libertad no era fácil. Entré en un bucle de enfermedades continuas… Cualquier virus que pasaba por mi alrededor se sentía enormemente cómodo en un organismo un tanto decaído, con lo que casi no pude asistir a mi fiesta de bienvenida.                                                                  

Durante dos meses no hubo marera de levantar cabeza, hasta que decidí plasmar en papel nuestra aventura y de esa manera poder volver a vivir ya en casa nuestro “Gran Viaje”. Y realmente ayudó, y fue todo un éxito, presentaciones en centros culturales, Fnac, librerías de la provincia… ¿Qué más podíamos pedir? Sobre todo yo, que había sido mi cura.

Los meses fueron pasando y tanto Jose como yo nos “reinsertamos” a la sociedad, conseguimos trabajos, llevábamos una vida “normal”, pero la semilla de un nuevo viaje seguía en lo más profundo de nosotros.