DE LA GARGANTA DEL ARDECHE HASTA LOS ALPES FRANCESES (11/11/2021)

Seguimos rumbo norte, y sabemos que la intención es cruzar por los Alpes. Como decíamos en nuestro capítulo anterior, no sabemos muy bien para dónde ir, primero que nos encontremos seguros, que la poli no nos eche y sobre todo que no sea una ciudad que nos vacíe los bolsillos como si estuvieran rotos.

Elegimos dirigirnos a las gargantas del río Ardeche, el trayecto hasta este lugar lo hacemos a través de carreteras secundarias junto al Ródano y alguno de sus afluentes, entretenido desde luego, pero no terminamos de medir los tiempos y vuelve a caernos la noche encima sin lugar donde quedarnos. Jose se empeña en llegar hasta un lugar que ha visto en la aplicación, pero de repente nos vemos perdidos y son demasiada visibilidad por unos caminos que nos sabemos muy bien donde nos conducen.

Nos propusimos el llegar a los lugares de día, pero parece que no hay manera. Continuando por el camino, hay una cuesta y no me fio un pelo de lo que nos vamos a encontrar a la bajada, con lo que decido bajarme a explorar. Justo al final de la rampa entre cañizos hay un par de caravanas aparcadas, pero parece que estén abandonadas, yo creo que podemos meter también la nuestra, con lo que aviso a Jose para que descienda. En ese preciso momento, por el otro lado del camino me deslumbran unas luces, pues La Española y el coche no entran por el camino. El coche para y bajan dos tipos que en cuanto se ponen a hablar me percato de que llevan una melopea del quince, se arrinconan para que pase Jose que enseguida percibe lo mismo. Ambos se han empeñado en darnos indicaciones de donde podemos pasar la noche tranquilo, pero con la lengua medio trabada y en francés, no terminamos de enterarnos de nada jajaja. Como podemos les damos esquinazo y seguimos en busca de un lugar, y sí, finalmente parece que lo conseguimos, pero al bajar del coche, sorpresa, tierras movedizas, las ruedas comienzan a hundirse y nuestros pies también ¡nooo! En cualquier caso, no hay otra y aquí nos quedamos, esperemos no hundirnos más de la cuenta.

                                                     

Amanecemos temprano, con buen tiempo y ganas de explorar la zona. La carretera es una ruta panorámica con curvas infinitas a través de la garganta que el río Ardeche ha ido esculpiendo a su paso y cada dos por tres, paramos para echar fotos del espectacular paisaje. Cuando salimos esta mañana, no había un alma en la carretera, pero conforme va avanzando el día se comienzan a aparecer lo que llamamos conductores suicidas que van haciendo adelantamientos temerarios todo el tiempo, y lo que era un plácido recorrido, empieza a convertirse en una pesadilla. Decidimos hacer una parada e intentar bajar hasta el río para evitar a estos locos de la carretera y por suerte a unos pocos kilómetros vemos una señal y un ancho para aparcar donde indica que hay una ruta. Poco a poco nos vamos quitando capas de ropa y por fin disfrutamos de una caminata espectacular que nos conduce hasta el río y donde vemos pasar algunas canoas. Un matrimonio nos dice que es una competición internacional de piraguas, aunque parece que hay todo tipo de modalidades, las más divertidas las colectivas, que además van customizadas y muchos de los piragüistas vestidos muy graciosos.

Y como hoy nos hemos prometido buscar un lugar donde pernoctar temprano, a la hora de comer, nos adentramos por un camino que desemboca en un mirador espectacular, y como el tiempo acompaña, sacamos todos nuestros bártulos y hacemos un picnic el borde del acantilado con unas vistas increíbles, ¡bravo, el equipo manchego va aprendiendo poco a poco!

Por la mañana un sonido de animales nos despierta, cuando nos asomamos, vemos que estamos rodeados de cabras montesas jajaja, les habrá parecido curioso nuestro artefacto y están por aquí hociqueando. Y esto es algo que nos encanta de vivir rodando, el poder quedarnos en lugares como este y despertarnos en el paraíso.

Seguimos rumbo hacia el Pont d´Arc, uno de los lugares más emblemáticos de este paraje, como hemos madrugado bastante para evitar a los temerarios, no hay nadie en el lugar que nos parece un espejismo, el río está calmado y las montañas se reflejan en sus aguas ofreciéndonos el regalo del día, maravilloso.

                  

                     

                      

                     

Dejamos atrás la garganta y el terreno de acantilados se va allanado poco a poco, seguimos el curso de grandes ríos como el Ródano y el Oudeze, pasando junto a sus valles donde las colinas están cubiertas de colores otoñales. Cuando salimos esta mañana, el tiempo era excelente, pero poco a poco se está encapotando de nuevo, parece que Francia no nos está dando demasiada tregua.

                   

Nuestra dirección es hacia los Alpes y hemos decidido tomar carreteras secundarias, ya no sólo para evitar los peajes que son sangrantes, sino para disfrutar de las vistas que nos ofrecen estas rutas.

                   

A los pies de los Alpes, se encuentra la que llaman la Venecia Francesa, Annency, capital de la Alta Saboya y situada en junto al lago que lleva su nombre. Con el bello telón de fondo de los picos alpinos, surcada por antiguos canales y con sus puentes decorados de geranios, edificios medievales y callejones es perfecta para dar un paseo después del largo trayecto en coche. Ya están montando el mercadillo de Navidad… ¡ cómo ha pasado el tiempo!

                       

                       

                      

Aparcamos La Española enfrente del lago y lo cierto es que entre el tráfico y la lluvia, no hemos descansado demasiado, pero ponemos rumbo temprano hacia Chamonix, estamos ansiosos de ver los grandes picos nevados, pero sobre todo el Montblanc.

El tiempo sigue lluvioso y con neblina por lo que no resulta demasiado atractivo, y si a esto le añadimos que el panel solar hace dos días que nos absorbe radiación solar, por lo que estamos secos de energía. Y no sólo de energía, sino también de agua, hemos pedido en un par de gasolineras y nos dicen que no tiene, que debido a las temperaturas, se congela y cierran los circuitos, por lo que ni luz ni agua, los casi imprescindibles. Teniendo en cuenta que se hace de noche a las cuatro de la tarde, podéis imaginar a qué hora nos vamos a la cama jajaja, como las gallinas.

A la llegada a Chamonix nuestra decepción es total, no hay sitio de aparcar gratis, la oficina de turismo para preguntar por alguna actividad está cerrada y la población está desierta ¡que  chasco! Para colmo hay tanta niebla que ni siquiera se ven las montañas, pues nada, tendremos que imaginarlas.

Justo cuando volvemos de dar una vuelta por el pueblo que está solitario, obviamente porque no es la temporada de nada ahora mismo y sabíamos que esto pasaría pero no tan drástico, oigo.

  • Manchegos trotamundos…
  • ¡Hola! –le respondo.
  • ¿De dónde sois?
  • De Tobarra, Albacete.
  • ¿ En serio?, yo soy de Albacete.

Qué bueno, Javi es de Albacete, y lleva una temporada viviendo aquí, nos dice que ahora mismo está todo muerto, hasta diciembre, que la gente viene a esquiar, además nos dice que está muy complicado el pernoctar en la población, pero nos da indicaciones de cómo llegar a un paraje donde además de poder dormir, podremos con suerte ver un glaciar. Nos despedimos del corto encuentro, pero Javi tiene que trabajar y nosotros intentar localizar el lugar ya que está muy cerca de la frontera con Italia.

El paraje es perfecto aunque hace un frío que pela, nos armamos de valor y de ropa, y tiramos montaña arriba en busca del glaciar de Bossons. Ascendemos hasta el mirador llamado de las pirámides pero nada de nada, la niebla está demasiado espesa, decidimos a pesar de estar al borde de la congelación aguantar a ver si se despeja un poco y siiiii, tenemos la gran suerte de ver una punta de este milenario bloque de hielo que nos anima el día y la visita a los Alpes franceses pero mañana nos vamos a Italia, a ver si conseguimos al menos tener agua.