METEORA Y EL MONTE OLIMPO, DOS LUGARES SAGRADOS Y MÁGICOS ( 27/04/2022)
Estamos ansiosos por seguir nuestra ruta y seguir descubriendo las maravillas que nos ofrece Grecia continuamente.
Nuestro siguiente destino es Meteora y en cierto modo vamos con prisa. Hemos visto que dan lluvia para los próximos días y un lugar así, hay que intentar verlo con buen tiempo.
Los caminos por los que pasamos nos ofrecen un paisaje diferente al que estamos acostumbrados, los olivos y la viña se ha esfumado y aquí las tierras están cubiertas de cereal, nos da la sensación de estar pasando por La Mancha griega, con una planicie que parece no tener fin, un cielo azul intenso y los campos con tonalidades verdes y doradas.
Todavía faltan más de veinte kilómetros para llegar a Meteora, pero desde lo lejos ya divisamos unas enormes moles de piedra que nos dejan boquiabiertos, y a sus pies Kastraki y Kalambaca dos poblaciones que viven sin duda de todo el turismo que atrae este mágico lugar.
Nuestra primera misión es encontrar un sitio donde pasar la noche, y lo encontramos a un par de kilómetros de los monasterios, en una colina con magníficas vistas. Y nuestra segunda misión, disfrutar de la puesta de sol desde uno de los magníficos miradores que hay en la ruta, sin duda no podemos tener mejor premio para un largo día de conducción, el crepúsculo nos ofrece un espectáculo extraordinario.
El nombre Meteora, proviene del adjetivo meteoros que significa “suspendido del aire”. Las teorías populares del origen de Meteora, suelen ser más místicas que reales. Los pináculos y precipicios habían sido sedimentos de un mar interior hace diez millones de años y que el movimiento tectónico vertical formó esta curiosa región, más tarde el desgaste y la erosión fueron esculpiendo estos inmensos afloramientos de roca que parece que vayan a tocar el cielo.
En el siglo XIV, el poder bizantino dentro del Imperio Romano disminuía a la vez que las incursiones turcas en Grecia estaban al alza, por lo que los monjes empezaron a buscar refugios tranquilos lejos de las batallas. La inaccesibilidad de las rocas de Meteora, las convirtió en lugar ideal.
A los primeros monasterios sólo se podía acceder mediante escaleras desmontables. Más adelante se utilizaron un tipo de montacargas que permitía a los monjes subir dentro de unas redes. Aunque actualmente, existen escaleras para su mejor acceso. Mientras contemplábamos uno de ellos, divisamos como dos de estos monjes se introducían en un tipo de teleférico de chapa medio oxidado y se trasladaban atravesando uno de estos precipicios a la otra parte. Creo que ni aunque me pagaran montaría en ese chisme, ¡que vértigo por Dios!
Pasamos ya no sé cuántos días explorando el lugar, recorriendo los caminos que nadie visita y descubriendo una naturaleza oculta espectacular.
Entre tanto, hemos conocido a Marta, a su familia y amigos en uno de estos miradores. Ella es de Madrid pero se fue a vivir hace años a Alemania donde conoció a su marido y formaron una familia, pero ahora viven en Tesalónica, al norte de Grecia, les acompaña Pascale y sus padres, una familia griega muy simpática, les contamos nuestra aventura, y la anterior por América y Pascale queda tan entusiasmado que decide comprarnos el libro.
Esto nos hace pensar en instalar nuestro puesto mañana, lo único es que no teníamos previsto ni el gentío que habría ni el buen tiempo, porque cuando lo miramos daban lluvia, por lo que decidimos y decidimos dejar las tapas de lado y vender sólo el libro y merchandising.
Por la mañana, nos levantamos mentalizados de vestirnos de manchegos y montar el tenderete. Nos colocamos en uno de esos miradores, y con unas buenas vistas echamos la jornada, hoy ha sido el día de las pegatinas y los imanes, y casi todos lo que pasan por allí por colaborar nos compraban algo.
Después de cuatro días en este fantástico paraje ponemos rumbo a otro lugar también sagrado y con mucha mitología.
Morada de los Dioses, el Monte Olimpo proporcionó el telón de fondo en el que tuvieron lugar importantes episodios de la mitología griega antigua, como las tremendas batallas entre Titanes, Gigantes y los mismísimos Dioses.
Se llevaban a cabo ritos religiosos que han dado forma a las creencias de los antiguos griegos en los Doce Dioses. Dentro de las nubes, esos mismos picos que escondían el trono de Zeus, se convirtieron en campo de batallas, conflictos y rivalidades divinas, de debates y consejos que decidían el destino de los mortales y también de los inmortales. Fue en el macizo del Olimpo donde el dios Hefesto construyó los palacios de los Dioses. Donde las ninfas dejaron sus débiles huellas a lo largo de sus desfiladeros y sus manantiales. En sus laderas, Orfeo y las Nueve Musas realizaron sus artes. El Monte Olimpo fue cantado por poetas, glorificado por Homero, narrado por Hesíodo y se convirtió en símbolo universal de la civilización griega.
Aunque no nos pillase de paso, esta montaña sagrada es visita obligada, porque estos lugares evocan una época pasada, una Grecia llena de mitos, una Grecia poderosa donde estos Dioses caprichosos marcaban el destino del resto de los mortales.
Se nos ha echado el tiempo encima y queremos realizar el ascenso de día y además pasar por el centro de interpretación que seguro que tiene información que aportar. Pasamos la noche en un magnífico campo de amapolas junto al mar, y de fondo la gran montaña cubierta por la niebla otorgándole el misterio que se merece.
Por la mañana temprano nos adentramos en Litochoro, el poblado a los pies del monte y donde encontramos la oficina de interpretación, donde una chica nos da todas las explicaciones pertinentes para poder explorarlo. Lo que si nos dice es que llegar a la cumbre de su pico más alto, el Mytikas con 2.918 m de altitud es muy complicado ahora porque los senderos están cubiertos de nieve.
Nos ponemos en marcha sin más demora a realizar un primer ascenso con La Española por una carretera serpenteante que nos conduce al Monsaterio de Agios Dionsyios. El día se ha despertado bastante cubierto y conforme ascendemos, la niebla casi nos impide ver a más de tres metros de distancia. Dejamos la casa aparcada justo a unos magníficos abetos y exploramos este monasterio casi derruido pero en reconstrucción, un lugar ideal para el retiro espiritual. Desde aquí cogemos un sendero que entre el bosque nos conduce a la que llaman Cueva Sagrada y donde hay construida una capilla en la gruta y en la puerta decenas de velas encendidas. Este Monte sigue siendo un lugar de culto como lo fue en la antigüedad.
Pasamos una noche tranquila y por la mañana los cánticos de los pájaros nos despiertan. Queremos explorar más y el día se ha despertado soleado a pesar de la predicción de tormenta. Los picos nevados que ayer no percibíamos asoman iluminados por las primeras luces del sol, tal vez hoy si podamos ver el trono del Gran Zeus, o encontrarnos con alguna ninfa que todavía vaga por estas laderas.
Ponemos rumbo a Prionia, un “pueblo” del que sólo queda una casa que es un restaurante y punto de partida de las rutas a pié. Tomamos una que sigue el curso de un rio y nos deleitamos con magnificas cascadas y lagunas, donde si no fuera porque estamos todavía a 10ºC nos dábamos un buen chapuzón. Caminamos durante varias horas y de vuelta comienzo a sentir dolor de muela, pero con el entusiasmo de estar en este lugar no le doy mucha importancia.
Aprovechamos también para grabar un corto que llevábamos en mente desde hace semanas: “ Transformarnos en Dioses Manchegos” Y todo los que pasan por delante, nos miran sorprendidos, jajaja, pensarán que están teniendo visiones. ( El vídeo se puede ver en nuestras redes sociales).
Pasamos otra noche en nuestra guarida descansando plácidamente en este lugar que transmite tanta paz.
Por la mañana nos levantamos con la intención de al menos llegar al refugio, o al menos intentar toparnos con la nieve. Comenzamos la caminata y en cuestión de dos horas ya comenzamos a encontrar dificultades para avanzar, pero todavía el acceso es posible. Continuamos un rato más, y de repente unos pinchazos en la muela que parecen descargar eléctricas me hacen dudar de seguir monte arriba. ¡Por todos los Dioses, parece que Zeus esté descargando su rayo sobre mi muela!
Llega un momento en que le propongo a Jose dar media vuelta y descencer en busca de un dentista. Mientras él llama a nuestra aseguradora Chapka, yo me dirijo al centro de interpretación para ver si nos pueden recomendar algún dentista en el pueblo. Por suerte el chico que está en recepción es muy majo y llama a la única dentista que hay, pero está lamentándolo mucho tiene la agenda muy apretada y no puede encajar la cita. Insisto con el muchacho diciéndole que el dolor es insoportable, y no exagero. Finalmente vuelve a llamar a la doctora consiguiendo la cita a las 15h.
Tenemos una hora, para básicamente darnos una ducha y Jose tomar algo, porque yo apenas puedo abrir la boca. Bien puntuales aparecemos en la clínica de la doctora Sofía, una joven muy risueña, que en seguida se pone manos a la boca.
-¡Ayyyyy Ayyyy! –no paro de quejarme.
- ¿Te duele mucho? –me pregunta.
Pues la verdad es que estoy viendo las estrellas con los pinchazos que me está pegando para sacar la infección que tengo, por suerte, y después de unos cuantos quejidos me pone anestesia, lo cual hace que sea más llevadero.
Después de media hora, ha terminado con la tortura y el dolor es mayor que cuando entré, pero por suerte en los próximos días irá remitiendo y esperemos que así sea.