NUESTROS ÚLTIMOS DÍAS EN GRECIA (07/05/2022)
Dejamos atrás el Monte Olimpo y vamos en dirección este, en busca del nuevo continente, Asia.
Hace unos días Masi, nuestra madre caravanista y los chicos belgas de Happy Westy nos aconsejaron que hiciéramos una parada antes de dejar Grecia en la península de Sitonia, ya que podríamos encontrar unas playas espectaculares.
El paisaje de camino, es una maravilla, con magníficas vistas de las colinas de densos boques y el azul turquesa hipnótico del Egeo.
Una ondulada carretera recorre Sitonia, rodeando anchas bahías ascendiendo por colinas de pinares y descendiendo en picado a playas desiertas que disfrutamos nosotros solos.
Básicamente vamos saltando de paraíso en paraíso, aparcamos a orillas del mar y los días pasan casi sin darnos cuenta. De nuevo Grecia nos ha atrapado.
Nos habíamos puesto fecha de entrada en Turquía, pero ya la hemos más que sobrepasado. Lo cierto es que si no nos movemos, apenas gastamos dinero, pero claro, recorrer Turquía en julio y agosto no pensamos que sea lo mejor, porque podemos achicharrarnos dentro de La Española.
Hoy hemos llegado a una de las playas más espectaculares que hayamos visto en Grecia, ya no sólo por el enclave, sino por sus aguas turquesa, su magnífica pinada, unas rocas blancas que contrastan con el color de las aguas y de fondo el monte Athos.
Después de tres días de baños en aguas que parecen del caribe, atardeceres con delfines juguetenado y puestas de sol inolvidables, decidimos mover el campamento, pero cuando miro el teléfono, veo un e-mail.
“Estimada Señorita Martinez, estaríamos interesados en hacerle una entrevista para una posición en el Costa Navarinos Resort, por favor, digamos su disponibilidad para mañana por la tarde...”
¡Qué fuerte! Esto sí que no lo esperábamos. El caso es que cuando llegamos a Grecia, contactamos a Nuno, el jefe de mantenimiento del campo donde Jóse hizo la entrevista hace semanas, pero no respondió hasta hace tres días, donde curiosamente, le ofrecía a Jose un puesto de supervisor y el doble de sueldo que le ofrecieron previamente. Pero claro, ¿y yo que voy a hacer durante esos tres meses? Jose le muestra su interés a Nuno, pero le comenta mi situación, con lo que nos dice que va a intentar mover algún cable, pero que lo ve muy complicado.
La entrevista sale mejor de lo esperado, o al menos la jefaza con la que converso me hace pensarlo por sus comentarios.
La situación queda en que ella proporcionará los datos de la entrevista al departamento de Recursos Humanos y ellos me enviarán una propuesta.
Después de recorrer toda esta península y en espera de ver hacia donde se dirige nuestro destino, si a tierras turcas o a ese lugar que nos enamoró en Grecia, decidimos que hay que a La Española por el taller: El cambio de aceite y filtros y refuerzo de suspensiones para los territorios que se avecinan.
Hemos localizado un taller en Stavros en el que hablan inglés, que no es lo común en Grecia. Cuando llegamos, nos atiende Christos en un magnífico español con acento latino. ¡Qué suerte!
Christos es un chico brasileño y enorme, ver a Jose junto a él me causa sensación y eso que Jose no es pequeño. Nos cuenta su vida mientras los mecánicos y dueños del local se ponen manos a la obra con el cambio de aceite y demás. Su padre es griego y su madre brasileña y él un trotamundos que ahora se ha afincado en este rincón de Grecia.
El tema de las ballestas no pueden hacerlo aquí, pero nos recomiendan un taller en Tesalónica, sin darnos cuenta y por hacernos el favor, llaman al taller para cogernos cita para mañana.
Nuestro dilema es que ir a Tesalónica supone hacer casi cien kilómetros que luego tendremos que deshacer si el trabajo en Pilos no llega a materializarse, y teniendo en cuenta el precio del combustible no nos convence mucho la idea. Por otra parte, el hecho de que nos lo hayan recomendado, es un punto a favor, ya que uno nunca sabe dónde se puede meter y además hablan inglés. Como además tenemos grandes esperanzas de que lo del trabajo funcione, pues ponemos rumbo a Tesalónica. Queremos pasar la noche a un pueblecito que nos ha recomendado un señor que hemos conocido en una tienda cuando hemos ido a recargar la tarjeta del teléfono, y que finalmente hemos acabado echándonos fotos todos juntos, jajaja, con los griegos siempre hay buen rollo.
El lugar que nos han recomendado es Olimpiada, una pequeña población junto a Egeo y rodeada de colinas verdes. Este pueblo ha tomado este nombre por la madre de Alejandro Magno, que fue prisionera en un islote que contemplamos desde nuestro campamento junto al mar y bajo la sombra de un magnífico árbol que nos cobija del solanero.
Ya ha empezado a hacer calorcito, y cualquier sombra es bienvenida. Mientras tomamos algo en nuestra terraza con vistas, se nos acerca un hombre que hemos visto está de reformas en su casa con pico y pala. Es Thanasis, que por cierto también nos cuenta su vida. Trabajaba para “El Dorado Gold Company” una empresa canadiense que lleva las excavaciones de una mina de oro aquí cerca, pero le han despedido después de diez años de servicio. Estas multinacionales, son así, si hay que deshacerse de personal, no tienen miramientos. La verdad es que desconocíamos que hubiese oro aquí ni tampoco que este es el pueblo donde nació el gran filósofo Aristóteles, cuando nos lo comenta Thanasis, los dos nos pronunciamos a coro: “que guay!, pero a él no se le ve muy entusiasmado, sólo hace el siguiente comentario, “ si fue famoso hace tiempo”. Después de un rato de charla donde nos habla de su divorcio, sus hijos, su viaje a Ibiza donde probó todas las drogas que había en el mercado, de sus viajes a Turquía y mucho más…
Después de ponernos al corriente, se levanta de la silla para volver al trabajo, está reformando una casa para convertirla en apartamento playero y debe tenerla lista para principios de mes, cuando los búlgaros, serbios u otros turistas de clase II vendrán a disfrutar de una costa griega, algo más modesta y menos paradisiaca que la de las islas.
Nosotros después de la charla, aprovechamos a la caída del sol para pasear y vemos un mural enorme del erudito y un busto preside la placita del poblado que dio a luz a uno de los filósofos más importantes de la historia y nos encanta la idea de estar aquí.
Por la mañana temprano ponemos rumbo a Tesalónica hacia el taller que nos han recomendado, pero justo en la inmediaciones de la gran urbe, la segunda más grande de Grecia por cierto, están de obras y llegar al taller que se encuentra en un polígono industrial polvoriento y lleno de escombro allá donde miramos, nos lleva más de lo que imaginábamos.
A la llegada, no damos crédito de lo que vemos, esto parece un desguace y camiones entrando y saliendo que nos llenan los ojos de polvo minúsculo cegándonos por un rato. En cuanto llegamos, somos la expectación y nos rodean unos cuantos, no sabemos muy bien si son mecánicos, camioneros o colegas del lugar, parecen el comité de sabios griegos jajaja. A pesar del deplorable aspecto del “taller”, parece que saben lo que queremos y Jose enseguida hacer migas con el segundo jefe y con el machaca, con lo que con suerte mañana nos dejarán el trabajo hecho. O eso queremos creer.
Salir de este polígono y encontrar un lugar para dormir, no es tarea fácil, con lo que los quince minutos que nos marca el GPS se convierten en cuarenta. Por suerte vemos como poco a poco salimos del mogollón y nos acercamos al mar. Un camino estrecho nos conduce a paraje con una laguna a un lado y el Egeo industrial al otro lleno de enormes barcos y un par de plataformas petrolíferas.
Sombras hay pocas, y una que vemos, la tienen cogida parece que algún político de la ciudad que junto con una asociación, van a plantar unos cuantos pinos, hacerse fotos y pegarse una comilona debajo de los cuatro árboles que hay.
Por suerte, encontramos otra pinada un poco más adelante, eso sí, para conseguir una sombra que es más que necesaria, tenemos que incrustar a La Española entre la ramas.
Cuando bajamos y vemos el escenario lleno de basura, nos ponemos manos a la obra y en diez minutos hemos dejado todo bien limpio. Se me ha pasado por la cabeza ir a decirle al político este que además de plantar pinos, que manden un equipo de limpieza.
Instalamos el campamento fuera y preparamos unos bocatas para comer. De repente, veo que una multitud de micro insectos de color naranja sobre la mesa, acto seguido miro la silla y aquí se multiplican por tres, cientos de ellos nos ha invadido, intentamos ver que son exactamente haciéndoles una foto con el macro y vemos que nos mini arañas, a mi empieza a picarme todo. La única manera de eliminar esta plaga en nuestro campamento es con un spray para moscas.
En fin se nos ha cortado un poco el rollo y nos metemos dentro de la casa a echar la siesta, por suerte parece que no la han invadido.
Al atardecer, damos un paseo junto a la laguna y disfrutamos de la caída del sol que junto con los magníficos flamencos que poblan para nuestra sorpresa estas aguas, ofrecen un magnífico escenario.
A la vuelta, el escenario es casi peor que el de la arañas, cientos de mosquitos nos están esperando en la puerta para chuparnos hasta la última gota de sangre, “malditos vampiros”.
Entramos lo más rápido que podemos a La Española y cerramos todo a cal y canto pero alguno ha conseguido entrar no sabemos cómo y darnos una noche de perros. Hasta al pobre Jose que normalmente no le pican le han dejado muy perjudicado, a mí como de costumbre cosida.
Por la mañana nos despertamos a quejidos los dos:
- Maldito mosquito el de anoche –le digo a Jose
- Si, vaya nochecita –me responde el pobre enseñándome el brazo lleno de picotazos.
Nos incorporamos los dos y en la zona de la cama vemos a más de veinte mosquitos en posición de ataque.
- Darling, las armas –me dice Jose pensando en el spray.
- No, a estos me los voy a cargar uno por uno a puñetazos –le respondo.
Y eso hacemos, porque no soporto lo sprays, los voy aporreando con la mano y aplastándolos. Van llenos de sangre, no me extraña, nos ha dejado secos. Y uno tras otro van cayendo, Jose alucina de ver cómo me los cargo. El caso es que de todo lo que han cenado, se les ve muy pesados y con movimientos lentos, por lo que es fácil acabar con el regimiento.
Y después de la batalla, nos dirigimos al taller donde nos están esperando. Yo me instalo en una silla llena de mugre junto a un compresor que posiblemente después de dos horas me haya hecho perder un diez por ciento de mi audición, pero prefiero esto al sol implacable de fuera. Jose se entretiene con los muchachos viendo la operación.
En cuestión de unas cuatro horas, la Española está lista, parece que la hayan subido a un pedestal, magnífico, ahora ya estamos listo para abordar Asia.
Sin más demora, ponemos rumbo hacia Alejandrópolis, donde pasamos la última noche antes de entrar al nuevo continente, Asia, por fin.